MISIONESOPINIONPOLITICA

AL FINAL ERAN TODOS CACHORROS DE LEON. Por Bryan Villaba.

En la recorrida por los portales periodístico-informativos que cotidianamente realizo en varias oportunidades del día, trato de encontrar disparadores que aporten más criticidad a la formación de opinión que no todos estos medios consultados suman como insumo vital de sus contenidos cotidianos; es decir, tratar de encontrar en el panóptico informativo algo que despierte sensaciones distintas, aristas y puntos de vista diferentes, especialmente políticos.

Si bien la «criticidad» es un término que se utiliza para evaluar el impacto potencial de una falla en un elemento, considerando su importancia para el funcionamiento general de un sistema o proceso, no es aventurado utilizar este vocablo para referirlo al ecosistema político en el que estamos inmersos hoy. Lo paradojal es que la falla de estos elementos que se están visibilizando, los deja mecánicamente obsoletos ante una presunta intención de hacer «ingeniería social» por simple ósmosis. «Puede fallar», decía el ilusionista Tusam, que eligió su seudónimo artístico con un acrónimo que lo definió: Técnica, Unción, Sabiduría, Amor y Mística. Interesante acrónimo.

En ese tránsito que hace a nuestra práctica profesional -ya que vivimos de ello, me encontré con la opinión de Bryan Villalba, Director Periodístico de radioUp, quien ciertamente dispara criticidad, y lo celebro, cuando aborda la responsabilidad del elemento político «oposición» simplemente como una observación que no debe evitarse. Aquí el artículo:

Al final eran todos cachorros de León

Por Bryan Villalba

Ha caído el último bastión de la moral. Sí, la Unión Cívica Radical. Esa que en su delirio de partido centenario se creyó la reserva ética de la república. En Misiones, ya no resisten ni una interna: se rindieron ante el Partido Libertario, y no por convicción, sino por cargos.

La escena se terminó de cerrar al filo de las presentaciones de sublemas para las elecciones del 8 de junio. La UCR misionera, con la dignidad en oferta, decidió encolumnarse detrás del flamante Partido Libertario provincial. Porque, seamos sinceros, los principios duelen más cuando se los sostiene desde afuera del reparto de cargos.

El sector liderado por Martín Arjol, tras no poder imponer su mayoría en la convención de hace algunos domingos, acusó al espacio de Pepe Pianesi de manejar a su antojo las candidaturas a diputados provinciales e inició una desbandada estratégica: renuncias masivas que se fueron dando a cuentagotas, portazo simbólico y acuerdo con el partido que hoy coordina Víctor Wall, posible candidato a diputado. Todo por un par de lugares.

Ahora bien, este mismo grupo fue el que, hasta hace no tanto, sufría revoltijos en el estómago cada vez que escuchaba hablar de Milei o de su liberalismo anarcocapitalista. Es menester recordar que en 2023 jugaron fuerte por Horacio Rodríguez Larreta como candidato a presidente, no por afinidad ideológica, sino porque la rosca los terminó depositando allí. Pianesi, de hecho, fue candidato a senador en esa boleta. Derrotados en la interna, viraron hacia Bullrich con la esperanza del balotaje. Otra vez, fracaso.

Entonces surgió el dilema: ¿militar a Massa para garantizar el status quo, con el anhelo de obtener alguna delegación nacional, o ir al voto en blanco y quedar bien parados sin comprometerse demasiado? Optaron por lo segundo, cuidando la estética de la coherencia, aunque ya olía a oportunismo.

Durante los primeros meses del gobierno de Milei, la UCR todavía se animaba a emitir comunicados críticos, especialmente en temas con fuerte impacto social como el financiamiento universitario o la reforma previsional. Todavía quedaban rastros de socialdemocracia, de esas banderas que alguna vez flamearon con orgullo. Pero todo eso terminó siendo una puesta en escena, porque mientras los posteos institucionales defendían la república, algunos diputados ya se probaban la peluca frente al espejo.

Iniciado el proceso electoral, no se escuchó desde el centro de la moral social una propuesta para construir una provincia mejor, ni proyectos que le hicieran la vida más fácil a la gente. Lo único que se activó fue la rosca: una carrera frenética por ver quién se quedaba con el pedacito de torta que representan las candidaturas.

Nada han aprendido del gesto institucional más grande que dejó el legado de Leandro Alem, quien, ante el potencial fracaso de su partido —acorralado entre las ideas hortodoxas de unos y el intento de disolución de otros—, eligió inmolarse políticamente con una frase que debería tatuarse en cada comité radical: “Que se rompa, pero que no se doble”. Hoy, los herederos de esa historia ni se rompen, ni se doblan: se acomodan.

Cuando se agotaron las internas y las posibilidades de acuerdo se extinguieron, los camaleones hicieron lo que mejor saben: adaptarse. El Partido Libertario —recién salido del horno— se convirtió en la salida más potable. Y allá fueron.

Los rumores ya lo dan por cerrado: Arjol encabezaría la lista a diputados provinciales y Pablo Argañaraz buscaría la reelección en la ciudad. Nada mal para un espacio que decía no tranzar con quienes atacan el rol del Estado, la educación pública o los consensos democráticos.

La UCR misionera ya no busca transformar la política, apenas aspira a seguir perteneciendo. En ese tránsito resignó principios, historia e identidad, sin siquiera disimularlo demasiado. El pragmatismo terminó por devorar la ética, y la rosca le ganó —una vez más— a las ideas. Hoy ya no importa si es con Milei o con cualquier otro, total, los principios se negocian. Las bancas, jamás.

 

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Bryan Villalba │ radioUp, Posadas │ La última rosca.

 

Walter Bravo │ Observador Urbano │ lun a vie 16 a 20

 

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