COLUMNA

LA PENOSA REALIDAD DE UN PUEBLO ESCLAVO, ESTÚPIDO, IGNORANTE E INCAPAZ Mientras tanto, el pueblo argentino, tras décadas de empobrecimiento material, moral e intelectual, no acusa recibo, como era de esperarse, dada su resignación y su falta de coraje. Por Oscar Martín

«Es mejor ser un marginado, un extraño en el propio país, que un marginado de uno mismo. Es mejor ver lo que está a punto de sucedernos y resistir, que retirarse a las fantasías abrazadas por una nación de ciegos».   CHRIS EDGES

 

Después del escándalo en el senado, donde la totalidad de los senadores (quedó claro que ni siquiera conocen el reglamento de la Cámara alta, lugar donde desempeñan su tarea) no se percató de que Victoria Villarruel no debía estar presidiendo la sesión, a raíz del viaje de Milei a Italia, situación que la depositaba temporalmente al frente del Ejecutivo, impidiéndole, en tal caso, estar en el senado, deja de manifiesto, una vez más, que muchos legisladores ni siquiera saben dónde están parados, siendo indignos, por tanto, de ejercer la supuesta representatividad del pueblo. En el caso que nos ocupa, o la totalidad del senado está compuesta por un grupo de incapaces (incluyendo a la misma Victoria Villarruel, que como titular de la Cámara alta y vicepresidente de la Nación-además de abogada-no puede desconocer sus obligaciones), o estamos en presencia de un nuevo acto payasesco pergeñado por la infame casta política para proteger a uno de sus miembros, dado el temor a quedar expuestos-en caso de que Kueider prenda el ventilador- como lo que son: unos infames coimeros y traidores a la patria.

No importan las excusas que se exhiban ahora: que un escribano no estuvo en la Cámara para formalizar el proceso o que Villarruel no fue notificada en tiempo y forma de la ausencia del presidente (en cualquiera de los casos, estaríamos hablando de lo mismo: o se trata de un descuido por incapacidad y falta de idoneidad, o  estamos ante una estrategia diseñada adrede, con el objetivo de proteger al senador oriundo de Entre Ríos, dándole motivos para impugnar la sesión).

A propósito, un ex senador, también entrerriano, Héctor Maya, tal vez en un gesto de vergüenza propia y ajena, pidió que se investigue a la dupla gobernante, Javier Milei y Victoria Villarruel, sosteniendo que ambos tienen vinculación «grave, precisa y concordante» con los hechos acaecidos en el congreso el pasado jueves, agregando que «sus comportamientos son altamente sospechosos, indignantes e irritativos». Pero más allá de Maya, ¿qué hay del Poder Judicial, que por estas horas sigue actuando como perro mudo? ¿No existen acaso jueces y fiscales probos como para iniciar una investigación de oficio, teniendo en cuenta la gravedad institucional del asunto? Evidentemente, no.  ¿O es que los poderes del Estado conforman ya una asociación ilícita, actuando al unísono contra el pueblo argentino? Evidentemente, si.  A propósito, ¿qué hay del adormecido pueblo argentino? De momento, duerme una prolongada siesta.

En tanto, quien funge de presidente, Javier Gerardo Milei, durante su visita a Italia, en un acto celebrado en el Palazzo Wedekind, sede del periódico romano «Il Tempo», volvió a manifestar, sin ruborizarse: «Soy anarquista y estoy adentro del Estado para romperlo todo». A confesión de parte, relevo de pruebas. Lástima que ciertas confesiones públicas efectuadas por el mismo sujeto que está a cargo del Estado, no sean consideradas como evidencias para la «justicia» argentina, ni tampoco para el congreso, que ante tamaña declaración, debe de inmediato solicitar juicio político contra el desquiciado que porta peluquín, por mayoría abrumadora (si es que realmente se consideran representantes del pueblo, y por ende, también defensores de las instituciones del país). Desbocado, y fiel a su estilo discursivo que mezcla algunas verdades con mentiras evidentes, Javier Gerardo Milei, el desquiciado que porta peluquín, continuó: «Argentina, uno de los países más ricos del mundo, entró en crisis, fruto de un sistema económico delirante, con políticos mesiánicos y delincuentes (hasta aquí, verdades aceptables), hasta que llegó un presidente libertario como yo» (cierre delirante y mentiroso). Es necesario mencionar que a Javier Gerardo Milei se le otorgó un premio, el Premio Internacional Milton Friedman 2024, por tratarse del primer presidente «libertario» de la historia (da risa, pero es así), y de paso, también recibió la ciudadanía italiana, esta vez junto a su hermana Karina (¿por si se les viene la noche y necesitan un lugar hacia donde escapar precipitadamente?), lo que generó polémica dentro de la oposición del país europeo.

Mientras tanto, el pueblo argentino, tras décadas de empobrecimiento material, moral e intelectual, no acusa recibo, ni siquiera ante este colosal y grotesco mamarracho parlamentario, un despliegue absoluto de inmoralidad y perversión política, que a pesar de contar con varios antecedentes, no inmuta al descarriado populacho, aunque en este caso solo se trata de una prueba más dentro del proceso de experimentación social que somete a los argentinos en los últimos tiempos, buscando tensar la cuerda hasta el límite, para saber hasta dónde pueden resistir sin recurrir de nuevo a las cacerolas, la única «revolución» que son capaces de llevar a cabo. Sin embargo, no hay reacción, ni cacerolas-como era de esperarse-, dada la resignación de los argentinos, agravada por su falta de coraje, su ignorancia y su voluntad manifiesta de ser esclavos.

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