OPINION, POLITICA & SOCIEDAD
LA LIBERTAD DE BOTAR, II. ¿vale la pena que los medios se esfuercen en exponer la corrupción de un gobierno, mencionando casi al detalle sus correrías, mientras paralelamente alaban, fomentan y defienden al sistema que garantiza la impunidad del poder político? Por Oscar Martín.

Creer que un gobierno cualquiera, representado por algún sátrapa ocasional, abandonará el pernicioso hábito de la corrupción (y casi cualquier tipo de actividad delictiva) solo porque algunos cuantos medios lo critiquen, incluso exponiendo sus fechorías, sacando sus sucios trapos al sol, conociendo de antemano que tal gobierno cuenta con dos ventajas a su favor: primero, lleva décadas en el poder y posee la suma del poder público, y segundo, cuenta con la complicidad de la mayoría que lo vota muy a menudo (por conveniencia, por ignorancia o por lo que sea), resulta tan absurdo como dirigirse a las orillas del río Paraná para pedirle que se detenga, que deje de correr, y que además desvíe su curso, albergando la ingenua esperanza de que el río obedezca tal orden.
Ya lo he dicho en otra ocasión, partiendo de simples interrogantes: ¿vale la pena que los medios se esfuercen en exponer la corrupción de un gobierno, mencionando casi al detalle sus correrías, mientras paralelamente alaban, fomentan y defienden al sistema que garantiza la impunidad del poder político, valiéndose de las trampas que ese mismo sistema le otorga? ¿No sería mejor comenzar por el principio del mal, por la causa del mismo, y no por sus lógicas consecuencias? Si eres consciente de que con tu voto dejas a un potencial delincuente al frente de tus bienes (e incluso controlando tu vida), ¿con qué autoridad te quejas después, cuando encuentras tu casa saqueada y sufres todo tipo de abusos? ¿No es acaso esto último lo que viene ocurriendo en Misiones desde que un delirante como Rovira se enquistó en el poder por voluntad y elección (libre y consciente) de la mayoría de los misioneros? Que se sepa, el rovirismo no se impuso-ni sigue imponiéndose-por la fuerza de las armas.

A las masas, a la muchedumbre, al populacho, siempre le resultará mucho más difícil ejercer la libertad de botar, porque hacerlo implica dos grandes esfuerzos: primero pensar, luego actuar, quitándose las cadenas. Y donde existe ignorancia, resignación, pereza mental, física y espiriual, y sobre todo una marcada tendencia al sometimiento y a la esclavitud, siempre será mucho más fácil agachar la cabeza y conformarse con el derecho a votar. Después, a modo de consuelo, siempre les quedará el derecho al pataleo, mediante el cual pueden pedir al amo, en actitud suplicante, y por el bien de sus espaldas, que éste tenga la amabilidad de reducir el número de azotes.
Lic. Rodolfo Oscar Martín.