OBERAOPINIONPOLITICA

“Pocos ven lo que somos, pero todos ven lo que aparentamos”, escribió Maquiavelo. Se acercan las elecciones en Misiones y el estado rovirista goza de tal solidez que pergeñó todo tipo de artimañas para intentar que el gatopardismo (“cambiar para que todo siga igual”) salga triunfante. Que si logra la victoria gane y que si pierde gane igual. ¿Qué garantías hay  de que un candidato opositor lo sea? A ver. Pensemos un poco…

Carlos Eduardo Rovira planificó y logró disponer de un sistema en el que su voluntad es la ley máxima del territorio que gobierna. Cuando, padre Piña mediante, no se pudo entronizar desde el poder ejecutivo consiguió hacerlo desde el legislativo. El edificio del parlamento misionero en Posadas funciona como una gran pirámide que alberga a un faraón que no admite disensos y se reserva varias maneras de disciplinar al diputado que se niegue a “consensuar” con él. Traducido “consensuar” significa “obedecer”. El 8 de junio casi un millón de electores deberán renovar a la mitad de los diputados que sesionan en esa gran pirámide. Y un dato insoslayable: la mayoría de los misioneros ya votaron tantas veces a la renovación que, aún perdiendo en junio, seguirán siendo mayoría. El rovirisno pone en juego 11 de sus 25 bancas. Los otros 14 diputados continuarán sus mandatos. Con lograr solo 7 de las 20 bancas en juego llegarán a 21 que es la mitad más uno de 40. “Aliados aparte”…

Primera conclusión que debe grabarse a fuego en el votante: en la Misiones feudal ser opositor es estar en contra de los intereses de Carlos Rovira. Porque el éxito de Rovira es el fracaso de Misiones. Y bien haría un opositor en serio en dejar de legitimar aceptando pasivamente ese slogan publicitario de que el gobierno renovador representa el “misionerismo” como si los demás fueran santiagueños, cordobeses, porteños, rosarinos y tucumanos.

Tu reputación te precede. ¿Qué historial de hechos y palabras en contra de los intereses del feudo tiene cada candidato que se postula como opositor? ¿Sos opositor a la renovación? Correcto. ¿Qué hiciste para demostrarlo?

En Oberá, además de elegir diputados provinciales, se votará al tercer defensor del pueblo tras la experiencia fallida de la renovadora Patricia Nittmann y la esforzada y ahora vituperada labor del radical Carlos Bernhardt. Aquí se impone una modestísima labor intelectual: el defensor del pueblo tiene una ineludible función de contralor del poder omnímodo del que dispone el alcalde rovirista Pablo Hassan. No hay que tener la lucidez de un Borges o de un Sábato para comprender que ninguno de los once candidatos roviristas a defensor del pueblo va a controlar a Hassan. El defensor del pueblo de Oberá, para ejercer una labor interesante, deberá ser alguien que haya demostrado que se opone a los intereses de la renovación que lleva más de dos décadas administrando la ciudad. No oponerse como un adolescente que dice a todo que no porque la va de rebelde. Pero hay que exigir las explicaciones que el gobierno comunal no da. De acá deriva una segunda cuestión: el defensor del pueblo electo deberá aprender a lidiar con el mayor obstáculo con el que se va a enfrentar: el ninguneo. A Pablo Hassan se le hizo costumbre eludir cualquier pregunta incómoda y refugiarse en los publicistas que la van de periodistas y en ese modo de ejercer su cargo que lo asemeja más a un turista que anda de paseo sacándose fotos que a un intendente comprometido en resolver los graves problemas de la ciudad. Graves problemas que son, todos, responsabilidad de su partido: la renovación.

Así son las cosas. Una persona puede ser macanuda y buena en lo suyo. Pero si se postula por el partido de Rovira hay que pecar de naif para creer que el partido de Rovira va a permitir que le ponga límites. Y si alguien se postula por la oposición conviene ejercer la sospecha. Sospecha que se puede disipar examinando su comportamiento en el pasado y fiscalizando su comportamiento en el futuro.

“Tus actos hablan tan fuerte que no escucho lo que decís”, remarcó Emerson, un escritor norteamericano del siglo XIX.

Hagamos silencio que ahí vienen los candidatos.

Queremos escuchar lo que hicieron.

Walter Anestiades

 

Walter Bravo │ Observador Urbano │ lun a vie 16 a 20

 

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