COLUMNA

SIGUE VOTANDO, II ¿qué les responderás a tus hijos, a tus nietos, a tus sobrinos, cuando te pregunten por qué les dejaste un país hecho mierda? Por Oscar Martín

«La democracia es la dictadura de los imbéciles».   FRIEDRICH SCHILLER

 

Si te parece normal ser gobernado por psicópatas, corruptos y criminales de toda laya-con el agravante de que a tales delincuentes los convalidaste tú mismo, además de pagarles todos los meses una abultada retribución a cambio de nada-, es evidente que tienes un grave problema, un problema que también deja al descubierto tu condición mental, intelectual y moral. Y si además de eso, consideras que el sistema democrático es la única salida, la panacea, el dogma inquebrantable, y crees firmemente que necesitas que otros gobiernen en tu nombre, permitiendo que decidan por ti-incluso en cuestiones tan importantes como tu propia libertad y tu propia vida-entonces tus problemas son mucho más graves. Diría que si llegaste a ese punto, es que te encanta ser un esclavo, un pelele, un perro que espera debajo de la mesa las migajas del manjar que disfrutan sus amos. Si crees que mereces unos pocos derechos, limitados a su vez por leyes que redactaron tus amos, y que además nunca cumplen, entonces eres un esclavo confeso, confeso y resignado a su condición de tal. Luego no puedes afirmar que eres libre sin caer en una profunda contradicción, sin pecar de incoherente.

Si te parece que cuarenta años consecutivos de desastre económico, social y político no representan nada, que las generaciones de argentinos que se perdieron en ese tiempo no son importantes, porque la solución llegará, seguramente, con la nueva camada de «dirigentes» que surjan de los partidos políticos a partir de las próximas «elecciones», por el bien de todos, porque tú sí ves el vaso medio lleno-a pesar de que está completamente vacío-, porque estás repleto de optimismo, porque quieres seguir creyendo (en toda esta podredumbre) y no te gustan ni las «malas ondas» ni los «malos augurios» ni el «pesimismo», entonces sigue votando. Allá tú cuando el tiempo finalmente acomode las cosas en su lugar, cuando se sepa que los «conspiranoicos», aquellos que inundaban de «fakes news» las redes sociales con locas y descabelladas teorías, siempre dijeron la verdad, y que el único tonto y negacionista siempre fuiste tú, que colaboraste voluntaria y conscientemente con la corrupción, el saqueo y las mentiras del régimen a pesar de las muchas advertencias que recibiste, ante las cuales cerraste los ojos y te tapaste los oídos.

Si te parece que haber sido cómplice del régimen por más de cuarenta años-con tu voto-no tendrá consecuencias para ti, te hago la siguiente pregunta: en unos años más, si aún vives, ¿qué les responderás a tus hijos, a tus nietos, a tus sobrinos, cuando te pregunten por qué les dejaste un país hecho mierda? Cuando mirándote fijamente te pregunten porqué no peleaste, o porqué seguiste votando cuando sabías que allí no estaba la salida, ¿les dirás que no peleaste por miedo, por ignorancia, por comodidad, por conveniencia? ¿Les dirás que el futuro no te importó un bledo, que solo vivías el presente, que solo te importaba tu pellejo, pasarla bien mientras podías, salir a festejar los triunfos de la selección y al carajo con el resto? ¿Te atreverás a decirles que eras un miserable que solo pensaba en sí mismo, que jamás te importaron ellos ni su futuro, que solo te preocupaba comer, beber y cagar?

Sigue votando, sigue. Si ya vendiste tu país, tus hijos, tus nietos y tu alma por un voto, ¿qué más puedes llegar a perder?

 

 

 

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