HIJOS DE LA DEMOCRACIA Y DE LAS SOCIEDADES «LIBRES» E «INFORMADAS», II Resulta paradójico que un presidente de la Nación, bajo el amparo de la Constitución Nacional y los tratados internacionales a los que ésta adhiere, tenga el tupé de despreciarlos enfática y alevosamente, condenando disposiciones de la Corte Penal Internacional… Por Oscar Martín
Por Oscar Martín
Resulta tremendamente paradójico, absurdo y absolutamente irracional, que un presidente democrático alabe, defienda, adhiera, justifique y promueva el accionar criminal y genocida de otro país, tal como ocurre con Javier Gerardo Milei y su manifiesta y desquiciada defensa del régimen sionista israelí, encabezado por el primer ministro Benjamín Netanyahu, sobre el cual pesa una orden de captura emitida este jueves por la Corte Penal Internacional, por ser el máximo responsable de la comisión de crímenes de guerra y lesa humanidad en la Franja de Gaza desde hace más de un año.
Resulta paradójico que un presidente democrático como Javier Gerardo Milei realice descaradamente apología de crímenes de guerra perpetrados contra la población civil palestina, teniendo en cuenta la investidura del cargo que ocupa y a quienes en teoría representa, es decir, a todos los argentinos. Y más paradójico aún es el hecho de que en un país como Argentina, cuya clase política se jacta permanentemente de que los argentinos vivimos en pleno Estado de Derecho, nadie haya osado denunciar penalmente a Javier Gerardo Milei por sus dichos, ni siquiera se ha visto a ningún fiscal actuar de oficio en ese sentido, con lo cual, la supuesta división de poderes y el control recíproco que éstos se realizan entre sí-según afirman los mismos postulados democráticos-, resulta ser, en los hechos, una completa farsa.
Resulta paradójico que un presidente de la Nación, bajo el amparo de la Constitución Nacional y los tratados internacionales a los que ésta adhiere, tenga el tupé de despreciarlos enfática y alevosamente, condenando las disposiciones de la Corte Penal Internacional, que desde todo punto de vista, se ajustan a derecho, ya que el genocidio (no importa quién o quiénes lo lleven a cabo) no puede ser tolerado dentro de una comunidad internacional supuestamente civilizada. Ergo, o Javier Gerardo Milei, hoy presidente de la Nación, padece de transtornos mentales (con lo cual no debería estar ejerciendo el cargo), o Javier Gerardo Milei representa los intereses de un país extranjero, en este caso, Israel, con lo cual tampoco debería continuar en el ejercicio del cargo, además de ser condenado por infame traidor a la patria.
Resulta paradójico que ninguno de los otros poderes del Estado haya actuado en consecuencia, teniendo en cuenta la situación de absoluta peligrosidad geopolítica a la que el presidente Javier Gerardo Milei está conduciendo al país al posicionarse en favor del accionar criminal del Estado de Israel, más específicamente, de su primer ministro, Benjamín Netanyahu. Con lo cual estaríamos frente a un acto de complicidad y corresponsabilidad manifiesta de todos los poderes del Estado argentino, por acción y omisión.
Finalmente, lo que resulta aún más paradójico (y peligroso para el destino inmediato del país), es el estado de inmutabilidad del pueblo argentino, que continúa avanzando hacia el precipicio, «libre» e «informado».