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HIJOS DE LA DEMOCRACIA Y DE LAS SOCIEDADES «LIBRES» E «INFORMADAS» Resulta muy paradójico que en la actual sociedad democrática haya que reclamar derechos, incluso los derechos más elementales, a pesar de contar con una multitud de «representantes»… Por Oscar Martín

 

Por Oscar Martín

 

«El hombre nunca está tan solo como cuando se halla en medio de una multitud». 

ENRIQUE PONCELA.

 

Resulta muy paradójico que en la actual sociedad de la información, donde nadie que esté dentro de ella puede ampararse en la ignorancia de los hechos, en el desconocimiento total de los acontecimientos que de algún modo u otro, lo terminan afectando, aún haya sujetos que pasan a través del escenario de la vida sobrellevando una existencia apenas elemental, como meros organismos que solo se limitan a reproducirse, comer y defecar, mientras esperan que sus principales depredadores, es decir los políticos, situados en lo más alto de la pirámide de poder (dentro del hábitat democrático, claro está), tengan la amabilidad de no devorarlos tan de prisa, llevando a la práctica una actitud benevolente, impropia de seres abyectos y degenerados como los ejemplares de la especie política.

Resulta muy paradójico (de hecho se trata de una cuestión absurda) que en la actual sociedad democrática haya que reclamar derechos permanentemente, incluso los derechos más elementales, a pesar de contar con una multitud de «representantes» en el parlamento, la presidencia, las gobernaciones y los municipios, cuyas abultadas dietas, no está mal recordarlo, son costeadas por los mismos y supuestos representados. De igual modo, resulta paradójico que esos mismos «representantes», quienes proclaman a los cuatro vientos que solo legislan en favor del pueblo (pueblo generalmente empobrecido), al final terminan perjudicándolo, sancionando leyes que benefician aún más a los ricos y poderosos, o en el peor de los casos, solo sirven para limitar los de por sí acotados derechos del pueblo, quien por si fuera poco, ni delibera ni gobierna (no sea cosa que espabile y despierte, y reaccione, desparasitándose definitivamente).

Resulta paradójico que en las modernas sociedades democráticas, «informadas» y «libres» (sobre todo, «libres»), en las últimas décadas, más aún en el último lustro, la mayoría de los pueblos hayan sido estafados, engañados, encerrados, vejados, humillados, embozalados, amordazados, censurados, silenciados, poliinoculados con sustancias tóxicas, envenenados, enfermados, infartados, arritmiados, asfixiados, expoliados, expropiados, arruinados, aterrados con terrorismo informativo y terrorismo de Estado, amenazados, sancionados, regulados, acotados, limitados, restringidos, coaccionados, okupados, invadidos, robados, radiados, fumigados, inundados, arrasados, asesinados, despreciados, todo ello y más, fomentado, propiciado, pergeñado y tolerado por el mismo poder político que, finalmente, solo desea ocultar sus alevosos crímenes contra el pueblo, dejándolos en el olvido.

Mientras tanto, los hijos de la democracia y de las sociedades «libres» e «informadas», siguen pensando que todo lo anterior solo responde a una mera cuestión de avaricia, ineptitud e incompetencia política, que no existe real malicia en el accionar criminal de sus depredadores. Si los ves, y no eres uno de ellos, huye lo más rápido que puedas. En la próxima «pandemia» (probablemente «climática»), ellos aceptarán sin chistar la orden de encerrarse, además de permitir que experimenten con sus cuerpos, inyectándoles sabe Dios qué sustancias, y por supuesto, no permitirán que aquellos que no piensen y actúen como ellos, ejerzan su libertad, comportándose como una auténtica horda de zombies, la misma que, con ayuda policial o sin ella, echaba violentamente de los ómnibus, trenes y aviones a todo aquel que no usara bozal durante la «pandemia», conducta aborrecible por donde se la mire, propia de seres totalmente desquiciados y desalmados. Ocurrió hace tan solo cuatro años, en plena democracia, dentro de una sociedad «libre» e «informada»… ¿O es que ya lo olvidaste?

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