COLUMNA

LA ETERNA IMBECILIDAD DE LOS ADICTOS AL FRACASO Los integrantes de la alicaída clase política, resistiéndose a abandonar las mieles del poder, se comportan como pugilistas mal adiestrados, viejos y maltrechos, que ya no tienen ninguna posibilidad de salir vencedores… Por Oscar Martín

 

Por Oscar Martín

 

«Los hombres libres tienen ideas, los sumisos tienen ideologías».  TEÓCRITO

 

Nada parece detenerlos en su persistente afán de continuar por la misma senda, a pesar de la brutal andanada de golpes que la misma realidad les ha propinado, arrinconándolos contra las cuerdas desde el primer round, dejándolos ya al borde del nocaut. Sin embargo, nada los amedrenta, ni la evidencia de la derrota ni la exposición pública de su contundente fracaso. Tampoco el constante abucheo que baja desde los alrededores del cuadrilátero, reflejando el rechazo de la mayoría, harta de ver un combate sin sentido, el mismo que hace mucho perdieron por paliza.

Los integrantes de la alicaída clase política, resistiéndose a abandonar las mieles del poder, se comportan como pugilistas mal adiestrados, viejos y maltrechos, que ya no tienen ninguna posibilidad de salir vencedores, pero persisten en seguir, aguardando en vano una imposible victoria, ignorando la realidad, que hace rato les tiró la toalla, considerándolos definitivamente vencidos. Y así como la ignorancia es atrevida, la tozudez es estúpida. Y esa misma tozudez es la que expone la eterna imbecilidad de los adictos al fracaso (al fracaso de la democracia), aquellos que persisten en persuadir a los pasajeros y a la tripulación, de que es necesario mantenerse sobre la cubierta del barco, a pesar de que éste, ya envuelto en llamas, se hunde irremediablemente.

He aquí un ejemplo que reafirma lo que acabo de exponer: Eugenio Casielles es considerado uno de los cuatro fundadores de «La Libertad Avanza». Legislador en la Ciudad de Buenos Aires, Casielles abandonó el partido que ayudó a crear, no sin antes disparar munición gruesa contra lo que él mismo denominó la «casta» del gobierno de Milei, el cual «se llenó de aplaudidores y obsecuentes». El legislador porteño afirmó en su discurso en el Teatro Regina del barrio de Chacarita, que su decisión estuvo motivada en que «no se puede desaprovechar otra oportunidad histórica» (en relación al gobierno de Javier Milei, sin mencionar que en realidad van cuarenta años de oportunidades históricas desaprovechadas por la clase política).

«El país no puede seguir gobernado por los mismos nombres y las mismas prácticas que nos llevaron de un 5% de pobreza hace 50 años, a un 50% de los chicos sin un plato de comida garantizado», continuó Casielles (reconociendo implícitamente el categórico fracaso del régimen democrático, vigente desde ese tiempo a esta parte). En ese sentido, apuntó contra Patricia Bullrich, Daniel Scioli, Federico Sturzenegger y Luis Caputo, a quienes asoció con la casta que La Libertad Avanza prometió desterrar. Profundizando sus críticas, afirmó que «este espacio se llenó de las mismas caras que gobernaron las últimas décadas y las mismas prácticas mesiánicas que nos hicieron fracasar una y otra vez» (basándome en sus dichos, cito dos ejemplos de mesianismo democrático: menemismo y kirchnerismo). En ese sentido, Casielles publicó una carta donde anunció su salida, titulada «Regresamos las viejas formas a la arena política», olvidando que «la arena política» es la misma ayer, hoy y siempre, pues se enmarca dentro de la democracia, régimen que tampoco abandonará sus prácticas más retrógadas, aunque él mismo, en su propia ingenuidad y torpeza, crea que la democracia pueda perfeccionarse, razón por la cual, luego de abandonar La Libertad Avanza, fundó un nuevo espacio político, no por casualidad denominado «Transformación», dispuesto a regresar al ring una vez más, donde seguramente continuará recibiendo la brutal andanada de golpes que le propinará la realidad, manteniendo la eterna imbecilidad de los adictos al fracaso.

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