COLUMNA

NINGÚN GOBIERNO TEME A UN PUEBLO QUE LADRA Y NO MUERDE. Por tanto, deja de ladrar y muerde, o lo único que morderán tú y tus hijos, será el polvo. Por Oscar Martín

 

Por Oscar Martín

 

«Cuanto mayor es el grado de decadencia moral y biológica en que se debate un pueblo, menor es su instinto vital y su afán combativo».  JOAQUÍN BOCHACA

 

Si no eres capaz de llevar a la acción lo que dices, si no transformas tus palabras en actos, te asemejas a un perro que ladra, que solo muestra sus dientes, pero que en los hechos no muerde. ¿Qué pasaría si los lobos solo se limitaran a aullar bajo la luz de la luna, si no fueran capaces de conformar feroces jaurías, si no actuaran para lo que fueron creados? Es muy simple: no serían temidos.

En la sociedad argentina abundan por doquier quienes actúan como aquel perro inofensivo, que ladra, muestra los dientes, pero no muerde. Son los que están acostumbrados a quejarse de su penosa realidad en voz baja, que murmuran, temerosos, en las filas del cajero, lloriqueando por sus miserables haberes, quejándose del aumento de la indigencia, del movedizo costo de vida, de la devaluación del peso, en suma, de cómo los políticos se cagan en ellos. Pero cuando el día de votar llega, no dudan, van y votan a cualquiera de sus verdugos, resignados al fracaso, comportándose ya no como perros inofensivos, ni mucho menos como lobos, sino como patéticos y sumisos borregos, dispuestos a ser esquilados una vez más, y en última instancia, conducidos al matadero.

Pero retomando el ejemplo de los lobos, sin dudas, ellos constituyen una especie exitosa porque no en vano llevan dientes enraizados en sus fauces, porque además de usarlos en el momento y lugar oportunos (y con quienes corresponda), no los acobarda ni los acorrala el miedo. Por su parte, muchísimos argentinos, a pesar de poseer un cerebro alojado dentro de su cavidad craneal, no tienen por hábito usarlo a menudo, aunque más no sea por instinto, por lo que contrariamente a lo que sucede con los lobos, cada vez están más cerca de convertirse en una «especie» extinta.

Debes saber que ningún político abandonará su naturaleza perversa solo porque te quejes amargamente a través de los medios, ni siquiera si quienes se quejan son los mismos periodistas, ni si te unes a las marchas de protesta, ni si presentas sendas denuncias en los tribunales, ni si abrazas los juzgados, esperando ingenuamente que un poder del Estado actúe contra ese mismo Estado, el cual, sabiendo que goza de impunidad (de la más absoluta impunidad), te oprimirá siempre y en todo lugar. Por tanto, actúa como los lobos. Hazlo al menos por una cuestión de supervivencia, porque en definitiva se trata de eso, precisamente. De la supervivencia de tu familia, de tus planes, de tus sueños, del futuro del propio país. Lleva a la acción lo que dices, transforma tus palabras en actos, conforma una jauría. De lo contrario, como pueblo, nunca serás temido.

En 1992, el principal estratega de la campaña presidencial de Bill Clinton, James Carville, aprovechando la recesión económica por la que atravesaba Estados Unidos durante la presidencia de George Bush padre, popularizó una frase que en su idioma original decía: «The economy, stupid», la cual fue traducida como «es la economía, estúpido». Lo cierto es que aquella frase comenzó a ser utilizada para hacer referencia a otras cuestiones, buscando resaltar lo principal de una determinada situación. Parafraseándola, a propósito de la temática de esta columna, la concebí así: «Es el sistema, estúpido».  Por tanto, deja de ladrar y muerde, o lo único que morderán tú y tus hijos, será el polvo.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *