LOCALES

LA SIMBÓLICA ACTITUD DE LA MAYORÍA DE LOS ARGENTINOS

 

«Coronados de gloria vivamos,

¡o juremos con gloria morir!»

Fragmento del Himno Nacional Argentino.

 

¿Cuál es la gloria que persiguen los argentinos, con la cual desean vivir coronados hasta la muerte? Es una buena pregunta, a propósito de los versos que encabezan esta columna, pertenecientes a uno de los más relevantes símbolos patrios, junto al Escudo y la Bandera, el Himno nacional. La respuesta se encuentra muy probablemente en la idiosincrasia de los habitantes del país, reflejada fielmente en los actos (procederes y reacciones) que forman parte de su cotidianeidad. Guiándome por los factores que acabo de mencionar-idiosincrasia y cotidianeidad- , en los últimos años no he visto manifestaciones populares realmente multitudinarias, excepto durante las ocasiones en las que la selección de fútbol obtuvo el máximo galardón en un campeonato mundial. En ese sentido, viene a mi memoria un hecho reciente, también estrechamente relacionado con el ámbito futbolístico: el funeral de Diego Armando Maradona. Y traigo a colación ese capítulo de la historia argentina reciente, no porque quiera hacer referencia al personaje en cuestión, resaltando sus logros y su habilidad como deportista, sino porque ese evento tuvo lugar durante una de las etapas más oscuras y aciagas del país, donde la sociedad argentina en su inmensa mayoría sacó a relucir un comportamiento absolutamente indigno, y como tal, muy alejado de la gloria. Me refiero a la farsa del coronavirus y los acontecimientos que ésta produjo, en principio, relacionado con el arresto domiciliario ilegal de toda la población mediante un decreto presidencial viciado de nulidad.

Maradona murió el 25 de noviembre de 2020, en plena vigencia de la «cuarentena» más extensa del mundo, lo que motivó que los medios de comunicación (en su mayoría adictos al régimen, incluso a sus disposiciones absurdas y arbitrarias, que jamás cuestionan, dicho sea de paso) expresaran su preocupación por el «impacto de su masivo funeral en la propagación del coronavirus». En ese momento, los argentinos llevaban ya nueve meses de encierro forzado, en completa y absoluta resignación y sometimieno (con uso de bozal incluido), y salvo alguna pequeña minoría (que terminó llevándose la peor parte durante aquel ejercicio de tiranía explícita), no hubo reacciones multitudinarias frente a aquella tremenda arbitrariedad, lo que hubiera motivado la inmediata caída de la farsa pandémica, y quizá también del gobierno de Alberto Fernández y su por entonces socia política, tan impresentable como él, Cristina Fernández de Kirchner. Sin embargo, el funeral de Maradona convocó a millones de argentinos, que en ese momento se pasaron el bozal y los decretos de Alberto Fernández por la parte media y trasera de sus cuerpos. Pero, ¿por qué esos mismos argentinos no fueron capaces de exhibir previamente una pizca de dignidad como para rebelarse ante una imposición tiránica de tamaña magnitud en plena democracia? ¿Por qué los movilizó la muerte de Maradona y no la muerte de sus derechos constitucionales, y sobre todo, de lo más sagrado e intocable: su libertad, sin olvidar la destrucción sistemática de la economía y el cierre, también forzado e ilegal, de decenas de miles de pequeñas y medianas empresas, aniquilando las fuentes laborales de cientos de miles de trabajadores? ¿No hubiera sido un acto de suprema gloria levantarse masivamente contra tal atropello? Claro que exigir un acto así sería pedirle demasiado a una sociedad adormecida por el fútbol, la telvisión y las mentiras de los políticos.

Poco más de dos años después, a fines de 2022, como consecuencia de la obtención de un nuevo campeonato mundial por parte de la selección de fútbol en Qatar, otra manifestación masiva asombró al mundo durante los festejos. Llegados a este punto, y teniendo en cuenta lo expuesto, cabe volver a preguntarse: ¿cuál es la gloria que persiguen los argentinos? Evidentemente, la única «gloria» que los motiva es bastante rastrera -y ajena-, ya que la gloria deportiva fue exclusiva de los jugadores que integraron aquella selección, de su cuerpo técnico y sobre todo, de la Asociación del Fútbol Argentino (AFA), a la cual representaron y representan como delegación deportiva (no al país ni a la patria, dicho sea de paso). Aunque por lo que se ve, la patria de la mayoría de los argentinos se circunscribe a la pequeña esfericidad de un balón de fútbol rodando sobre el césped.

En tales circunstancias, ¿los argentinos pueden aspirar a terminar sus días con verdadera gloria, si antes no tienen la dignidad de vivir con ella, para ella y por ella? A propósito del contenido literario del Himno nacional, un símbolo que no simboliza ni representa a la inmensa mayoría de los argentinos, evidentemente. A los hechos me remito.

Lic. Rodolfo Oscar Martín

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