LA PLENA VIGENCIA DE LOS SÁTRAPAS
«Ningún pueblo cree en su gobierno. A lo sumo, los pueblos están resignados». OCTAVIO PAZ
Se dice que los sátrapas eran gobernadores de provincias en tiempos de los imperios medo y persa, alrededor del año 530 antes de Cristo. El sátrapa respondía directamente al rey, y era éste quien lo designaba. Por lo general, ejercían el poder judicial y también el administrativo, dedicándose al cobro de impuestos. Como cabeza del poder judicial, el sátrapa era el juez supremo de la provincia, encargado de juzgar a los criminales. También era el responsable de garantizar la seguridad de los caminos y eliminar a los forajidos y rebeldes.
Actualmente, el término «sátrapa», según el Diccionario de la lengua española, hace referencia a una «persona que gobierna despótica y arbitrariamente, y que hace ostentación de su poder».
Si se realiza un rápido recorrido a través de las provincias argentinas, aún es posible encontrar sátrapas al frente de algunas de ellas, cuyo accionar se ajusta completamente a la definición que propone el Diccionario de la lengua española. En ese sentido, suele decirse coloquialmente que «para muestra, basta un botón», es decir que en muchas circunstancias solo se necesita mencionar un ejemplo para dejar constancia de algo, pero en este caso, me centraré en dos: las provincias de Misiones y Formosa, cuyos sátrapas, Carlos Rovira y Gildo Insfrán, respectivamente, constituyen dos ejemplos patéticos y vergonzosos de los viejos vicios de la farsa democrática, a la que ya he hecho referencia en varias columnas.
Como misionero no puedo dejar de sentir vergüenza mientras contemplo, azorado, la tibieza y la complicidad de mis comprovincianos ante esta farsa, que constituye a su vez una estafa signada por el saqueo, que ya lleva más de veinte años de vigencia en Misiones, y que termina otorgándome la razón cuando sostengo que la democracia es intrínsecamente perversa, por donde se la mire.
Hace pocas horas, el denominado Club Político Argentino (CPA), mediante un muy tardío comunicado (recordemos que el sátrapa Insfrán está enquistado en la gobernación formoseña desde diciembre de 1995), apuntó contra el mandatario-que pretende reformar la constitución provincial- afirmando (reitero, muy tardíamente) que éste «es el dueño de Formosa», llegando a compararlo con otros sátrapas del cercano pasado democrático, como «los Saadi en Catamarca y Carlos Juárez (y su esposa) en Santiago del Estero, ambos desalojados del poder vía intervención federal», remarcaron, además de solicitar al gobierno de Javier Milei que intervenga la provincia. El Club Político Argentino parece haberse dado cuenta, también tardíamente, de las fechorías de otros sátrapas provinciales, a los cuales también nombra: los Rodríguez Saá en San Luis, los Kirchner en Santa Cruz, y de nuevo Santiago del Estero, con otra pareja gubernamental, los Zamora. Todos ellos, sigue afirmando el comunicado del Club Político Argentino, tienen en común «reelecciones indefinidas, alternancias entre hermanos o cónyuges, supermayorías legislativas y cambios de leyes electorales». Sin embargo, por extraño que parezca, el Club Político Argentino «olvidó» mencionar al sátrapa misionero, Carlos Rovira, cuyo modus operandi es exactamente el mismo, y cuyas garras vienen destrozando Misiones desde 2003, conformando una auténtica monarquía hereditaria. ¿Habrá solicitud de intervención federal para la feudal provincia de Misiones? Mientras tanto, entre gritos de «¡viva la libertad, carajo!», el desquiciado Javier Milei mira para otro lado, tolerado por la sociedad argentina, a estas alturas, totalmente domesticada por una exitosa programación mental mediática (con experimentación e hibridación genética incluida). Triste final.
Lic. Rodolfo Oscar Martín