ACTUALIDADPOLICIALESPOLITICA

EN PROCESO DE DESCOMPOSICIÓN. Por Oscar Martín.

 

 

«Todo concluye al fin

Nada puede escapar

Todo tiene un final

Todo termina».

                                VOX DEI, «Presente»

 

Casi inmediatamente después de la muerte, en el cuerpo humano comienzan a producirse una serie de cambios. Estos cambios están sujetos a ciertas variaciones ambientales, además de las condiciones propias del cadáver. La criminología, ciencia que estudia este fenómeno, ha establecido una sucesión de etapas a lo largo del proceso de descomposición cadavérica: fresca (1 a 2 días), hinchazón (2 a 6 días), putrefacción (5 a 11 días), post decadencia (10 a 24 días) y seca/esquelética (más de 24 días). Para comprender un poco más este proceso, los criminólogos le han asignado tres fases específicas, a saber: algor mortis, que hace referencia a la etapa de enfriamiento; livor mortis, también conocida como hipóstasis post-mortem, que es el asentamiento de la sangre en las partes inferiores del cuerpo, debido al cese de bombeo del corazón, y finalmente, rigor mortis, que implica el endurecimiento muscular atribuido a transformaciones químicas.

Más allá de que para muchos pueda tratarse de un asunto con ribetes macabros, en los hechos, la criminología resulta de inmensa e invaluable utilidad a la hora de esclarecer un crimen, estableciendo, casi con precisión, el tiempo transcurrido desde su consumación, hasta las condiciones en las que se encontraba la víctima al momento de morir. Sin embargo, no es mi intención exponer acerca del tema en esta columna, más bien pretendo utilizarlo como una suerte de paralelismo (salvando las distancias), o si se prefiere, como ejemplo ilustrativo del presente del país. En ese sentido, no tengo dudas de que nos encontramos ya en plena fase de rigor mortis, una etapa caracterizada por una completa inacción, momento en el que ya es imposible esperar la reacción frente a cualquier estímulo, como cuando los músculos de un cadáver se endurecen definitivamente, después de haber superado las dos etapas previas: algor mortis (enfriamiento), y livor mortis (asentamiento de la sangre a causa de la ausencia de latidos del corazón). En este punto, el paralelismo con la sociedad argentina se hace notorio, precibiéndose un clima de enfriamiento, como si el «corazón social» ya no latiera, y como consecuencia, no se produce ninguna reacción frente a la catástrofe socio económica, a pesar de que ésta constituye un poderoso estímulo, capaz de causar no solo indignación, sino ira incontrolable en cualquier sociedad cuyo «corazón» aún bombee sangre.

Otro tanto ocurre con el sistema democrático, aunque éste ya se encuentra en avanzado estado de descomposición. Y nadie en su sano juicio trataría de revivir un cadáver putrefacto.

 

                                                                                                                  Lic. Rodolfo Oscar Martín

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *