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SI LOS SIGUES MANTENIENDO (Y VOTANDO), ERES TAN CULPABLE COMO ELLOS, III

«Votaron a alguien que tenía (sic) una psicología especial» >Mauricio Macri, ex presidente, en relación a Javier Milei

 

Al realizar esta afirmación, Mauricio Macri, cuya gestión al frente del Poder Ejecutivo Nacional durante el periodo 2015-2019, se sitúa entre las más calamitosas de los últimos 40 años, dejó muy en claro lo que todos los argentinos conocían (o al menos, deberían conocer en su momento) en relación al por entonces candidato presidencial de «La libertad avanza», Javier Eduardo Milei. Sin embargo, lo más llamativo del caso, es que a pesar de todo, el candidato en cuestión-y ningún otro-fue sometido jamás a ninguna pericia psicológica (o en su defecto, psiquiátrica), teniendo en cuenta el cargo que aspiraba ocupar, y que hoy, casi un año después de sentarse en el «sillón de Rivadavia», con la total complicidad de todo el arco político, y por supuesto, de la mayoría de los argentinos, continúa con sus bravuconadas de malevo de «los cien barrios porteños», ostentando orgulloso, permanentes faltas al decoro, despreciando su investidura cuasi soberana dentro del desgastado régimen hiper presidencialista. Esta situación, empero, de ninguna manera resulta sorprendente en un país como la Argentina actual, donde reinan la inmoralidad, el desenfado, el desenfreno, la superficialidad, la irrespetuosidad, la obscenidad y el más impúdico «vale todo», de modo que es natural y casi obvio que la inmensa mayoría tolere, acepte y hasta se sienta representada por un sujeto de dudosas aptitudes mentales y morales, fiel reflejo de la sociedad argentina en su conjunto. Es que ya se sabe, «como es arriba, es abajo, y viceversa». Es necesario recordar, en ese sentido, que los arquetipos predilectos de los argentinos, llevados al altar del voto popular en los últimos tiempos, no se caracterizaron nunca por ser modelos de virtud, inteligencia y sabiduría, y mucho menos por ser poseedores, tan siquiera, de una pizca de astucia. Como ya dije: «como es arriba, es abajo, y viceversa».

Desde 1983 a esta parte, los hemos visto desfilar muchas veces por los balcones de Casa Rosada, unos, exhibiendo condiciones hasta payasescas, otros, ostentando con orgullo sus monumentales carencias éticas; pero todos, absolutamente todos, dejando en claro con sus procederes que de existir un campeonato mundial de «chantapufis», lo ganaban invictos, de punta a punta. Para los que todavía se resisten a admitir la realidad, basta con mostrarles este presente oprobioso, en el que un país pletórico de riquezas, sin embargo, está quebrado, no solo financieramente, sino moralmente, entregado desde hace décadas en bandeja de plata a la usura globalista más abyecta, por voluntad y elección de la mayoría, cuyas condiciones mentales y morales son tan dudosas como las de su actual presidente. ¿Eso significa que la realidad del país hubiera sido distinta con cualquier otro ocupando el cargo? De ninguna manera. El sistema democrático llegó a su máxima expresión, a su techo. Como consecuencia, de él solo pueden emerger murciélagos, ratas y otros tipos de alimañas, aunque algunos ilusos, comportándose casi como adictos al masoquismo, sigan sosteniendo que el vaso vacío está «medio lleno».

 

 

Lic. RODOLFO OSCAR MARTÍN > Periodista – Docente – Escritor

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