LOCALES

MASA ANESTESIADA

«Quien no sea como todo el mundo, quien no piense como todo el mundo, corre el riesgo de ser eliminado. Y claro está que ese «todo el mundo» no es «todo el mundo». «Todo el mundo» era, normalmente, la unidad compleja de masa y minorías discrepantes, especiales. Ahora «todo el mundo» es solo la masa».

JOSÉ ORTEGA Y GASSET

 

No puedo dejar de sentir lástima por aquellos que, incluso arrastrándose, claman por un líder salvador, como miserables ovejas que necesitan un pastor, un jefe, un iluminado que los guíe a través de la penumbra de la noche de su propia ignorancia. Timoratos, son incapaces de pensar y de actuar por sí mismos, como si fueran unos extraviados que hallando refugio en una cabaña abandonada en medio del bosque, no se atreven a salir al exterior a buscar ramas para encender la chimenea, a sabiendas de que está en juego su propia vida. Solo se limitan a esperar que alguien venga y los ayude, que les diga lo que deben hacer. Son como barcos sin velamen, sin motor, sin timón. ¿Qué habrá en sus mentes y en sus almas? ¿Quién les enseñó que solo son ovejas, y por tanto, pertenecen al rebaño…y al pastor? ¿Quién les dijo que no pueden salir del corral, y pensar fuera de él, atemorizándolos con lobos feroces? Hace dos mil años, Alguien que de rebaños, lobos y ovejas sabía mucho, dijo: «si un ciego guía a otro ciego, ambos caerán en el hoyo». Sin embargo, esta simple afirmación, que hasta parece de perogrullo, no caló hondo en las masas, que siguen hambrientas de líderes políticos, a pesar de que todos los que han tenido, sin excepción, fueron lobos rapaces.

En ese sentido, no deja de sorprenderme la actitud de la inmensa mayoría de los argentinos, que continúa permitiendo (y tolerando) la rapacidad, el descaro, el saqueo, la mentira, la traición y la corrupción de los políticos. Decía Cicerón: «de hombres es equivocarse; de locos, persistir en el error». Y cuando los veo en las calles, moviéndose indiferentes, ajenos a su propia realidad, como si el continuo «infortunio» que cae sobre ellos no les afectara, como si estuvieran impulsados a seguir, aunque ya estén al borde del acantilado, actuando como una masa de ciegos, sordos y mudos.

No sé si pertenezco a esa minoría discrepante de la cual hablaba Ortega y Gasset. Solo estoy seguro de una cosa: discrepo absolutamente con la tibieza de los argentinos, con su resignación, con su miedo a pensar fuera de la caja, con su habitual impasibilidad frente al mal en todas sus formas. Pero sobre todo, detesto que carezcan de rebeldía, la cual se refleja en la aceptación sumisa de todo aquello que proviene del poder, de su andamiaje de conocimiento oficial, incluyendo a la propia democracia, que se presenta a través de los medios como dogma incuestionable, como verdad absoluta establecida y promulgada por los dioses, aunque solo esté instituída por el Estado, que actúa como si estuviera, soberbio y arrogante, en lo alto de la cima del Olimpo, gracias, en todo sentido, a la sumisión de la masa anestesiada.

Lic. Rodolfo Oscar Martín

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