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VENDEDORES DE HUMO. Vivimos en un país donde parece prevalecer la justificación constante. Por Eduardo Flores.

Buenas tardes, Walter. Es evidente que el «humo» de los romances del expresidente ya ha bajado, y la sociedad empieza a darse cuenta de que el tan prometido cambio no es real. A mi parecer, estamos ante más de lo mismo: personas que ingresan a la política creyendo que su palabra es suficiente para generar certidumbre, esperando que las cosas se hagan simplemente porque lo dicen. Me gustaría hacer un breve análisis de algunos temas que han surgido recientemente:

1. Medicamentos y el libre mercado: Ayer leí y hoy escuché sobre la dispersión de precios de los medicamentos en Argentina comparados con otros países. Me pregunto: ¿qué le da a las farmacéuticas el poder para cobrar lo que quieren? ¿En nombre de qué? ¿Del libre mercado? Es curioso que un presidente tome estadísticas de otros países como referencia, pero no se ocupe del control sobre los medicamentos. Controlar de vez en cuando es necesario; no todo se trata de dejar hacer.

2. Justificaciones del Jefe de Gabinete: ¿Hasta cuándo el Jefe de Gabinete soportará justificar los errores o atropellos del presidente? Percibo que este funcionario dejará su cargo motu proprio en cualquier momento.

3. Incoherencias del presidente en política internacional: Hace poco, el presidente, que se considera disruptivo o «no político», asistió a la Asamblea General de la ONU, donde afirmó que el mundo debería alejarse del socialismo, como si esta organización se hubiera transformado en tal. Sin embargo, luego aparece en un programa de farándula diciendo que viajará a China para firmar acuerdos. Entonces, ¿a qué presidente debemos prestar atención? ¿Al que desafía a los líderes del mundo o al que aparece en programas de entretenimiento?

4. Relación con China: El presidente afirma que China es un socio comercial interesante porque «no exige nada, solo pide que no los molesten». Esto me genera dudas, ya que hay ejemplos de países que no pudieron cumplir sus acuerdos comerciales y terminaron cediendo puertos o permitiendo bases militares (Puerto de Hambantota en Sri Lanka, Gwadar en Pakistán, y una base en Djibouti). Sin pruebas, pero con desconfianza, me pregunto si el observatorio militar chino en la Patagonia podría ser fruto de un acuerdo incumplido. Es decir, China no es un país que «no exige nada».

5. Precio de los combustibles: Escuché al presidente de YPF y al periodista que lo entrevistaba anunciar la baja de los precios de los combustibles. Esto sería una buena noticia si no intentaran justificarlo mezclando costos en dólares y formación de precios globales, olvidando que venden un producto en un país con ingresos muy bajos. ¿Por qué no ajustan también los salarios a estándares internacionales si están tan dispuestos a seguir los precios globales? En 2019 ya habían bajado los precios del combustible, así que no es algo nuevo.

6. Educación universitaria y abandono estudiantil: El rector de la UNSL mencionó que los estudiantes universitarios llegan con una formación deficiente desde la secundaria, lo que provoca altos niveles de abandono. Esta situación lleva casi 40 años. Me pregunto: ¿no sería mejor que las universidades y las escuelas secundarias, trabajen juntas para solucionar este problema? Deberían ser instituciones que se retroalimenten para mejorar la calidad educativa. La educación no puede seguir siendo un tema donde solo importan los salarios, o los presupuestos, sino también los resultados que la sociedad financia con sus impuestos. El rector se pregunta de dónde saldrá el recurso humano para las empresas; esta pregunta debió hacerse hace décadas, porque la formación de un recurso humano, no se logra solo en 4 años.

Vivimos en un país donde parece prevalecer la justificación constante:
– por ganar elecciones,
– por derechos adquiridos o
– simplemente por malas costumbres.

Los que gobiernan y los responsables de las instituciones parecen sufrir de ceguera ideológica y no ven lo que entregan a la sociedad (resultados). Creo que solo avanzaremos cuando aquellos que tienen poder sean lo suficientemente humildes para reconocer sus errores y abran sus mentes en favor del bienestar general, dejando a un lado las ideologías partidarias, aunque veo difícil que el olmo entregue peras.
Aunque esto suene utópico, creo que es posible un cambio si la sociedad se anima a participar en política y renovamos a quienes hoy legislan y dirigen el país. Aquellos que prometían planes «A, B, C y D» solo han demostrado ser más de lo mismo: vendedores de humo.

 

Eduardo Flores | Los Helechos – Mnes.

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