JUSTO. MELO Y VANASCO: ALGUNAS CONSIDERACIONES Y PREGUNTAS SOBRE «LA MASACRE DE OBERA». Algunas consideraciones, más allá del mito y el silencio. Se aproxima el 88° año de ocurrida la «Masacre de Oberá», 1936 – 2024. Por Luis Federico Solé Masés
¿Cuál fue el contexto donde ocurrieron los hechos de la “Masacre de Oberá” el domingo 15 de marzo de 1936? ¿Qué podemos decir de ese momento político, cuando hasta hoy fue imposible documentar la cadena de órdenes que llevaron al desastre esa mañana?
En Argentina el General Juan P. Justo, heredero de Félix Uriburu y del golpe de 1930, gobernaba el país transitando lo que se conoció como la “década infame”: lideraba un frente conocido como la “concordancia” de raigambre política nacionalista, antiliberal, basado en el fraude y empeñado en barrer al populismo Yrigoyenista y al comunismo de la escena. En lo económico si fue decididamente liberal y pro-inglés. Pero este análisis superficial solo sirve para presentar someramente el momento. Hay muchísimo más para decir del Presidente Justo, pero no es ahora.
En Misiones gobernaba el correntino radical anti personalista, Julio Ignacio Vanasco, 22º Gobernador del Territorio Nacional de Misiones. Correligionario anti Yrigoyenista, hombre del ministro del interior Leopoldo Melo, personaje también radical, entrerriano, aliado al General Justo en el marco de la “concordancia”.
¿Recuerdan que la “Masacre de Oberá” se justificó en el «activismo comunista de los inmigrantes»? Pues este tipo de reacciones brutales contra los inmigrantes no eran novedosas en Argentina. Bajo los gobiernos radicales (1916–1930), ocurrió la Semana Trágica de 1919 y la represión de las huelgas patagónicas en 1921, más conocida como la “Patagonia rebelde”. En el primer caso la Policía Federal y civiles parapoliciales asesinaron, torturaron y encarcelaron a inmigrantes por ser “rusos, judíos y comunistas”; en el segundo caso el Ejército, enviado por el presidente, recurrió a la tortura y a fusilamientos masivos al margen de toda ley. No fueron ni los últimos ocurridos, ni situaciones aisladas, estas muestras de barbarie.
Lo novedoso fue el nuevo nivel de organización represiva que instaló el ministro Melo, socio político de “nuestro” gobernador Vanasco, apenas llegado al Ministerio del Interior.
LA CREACION DE LA «SECCION ESPECIAL DE LA POLICIA»
El ex ministro de Felix Uriburu, Matias Sanchez Sorondo, fue una influencia ideológica determinante en esta escalada represiva. Los argumentos para la creación de la «Sección Especial» en abril de 1932 giraron en torno a la necesidad de “estudiar el desenvolvimiento del comunismo y poner valla a su propaganda tendenciosa y disolvente”. ¿Se acuerdan de los “peligrosos rusos comunistas de Oberá?
El marco legal para este terrorismo de Estado fueron un grupo de “edictos policiales” tomados como Ley para la Policía y emitidos por el Jefe. En función de los edictos, habilitados en base al artículo 27 del Código de Procedimientos en lo Criminal y correccional para resguardar el orden público, el jefe de la Policía —y a través de él, el ministro del Interior y el presidente— actúa como legislador y también como juez, ya que tiene la facultad de resolver sobre la culpabilidad. Algo asi como una «licencia para matar» que se extendía la Policía, para la Policía.
En ese paquete, el “edicto sobre reuniones públicas”, ilegal y represivo, prohibía cualquier movilización (política, gremial, etc) exceptuando las “de índole patriótico o religioso y el de los trabajadores, el 1° de Mayo”. En definitiva el edicto faculta a la Policía a prohibir cualquier reunión pública e inclusive en locales cerrados “cuyo propósito fuera contrario al orden”.
Antes de la masacre, en el Congreso de la Nación entre 1932 y 1934, se denunció qué más de ocho mil activistas fueron detenidos en base a imputaciones falsas o arbitrarias por las «Secciones de Orden Social y Especial», y más de doscientos activistas sindicales fueron expulsados. Más allá de que a principios de siglo, la proporción de activistas extranjeros era mayor. Para finales de 1934 y a instancias del Diputado Socialista Ramicone, el Congreso comenzó a investigar el tema.
Si bien el debate en el Congreso expuso la tolerancia de las diversas corrientes políticas, no operaron grandes cambios en el aparato represor de inteligencia policial.
Leopoldo Melo, ministro del interior (archivo)
La década del `30 transcurría con el crecimiento de las ideologías nacionalistas de derecha en Argentina y principalmente en Europa (fascismo, nazismo, falangismo), y la lucha abierta contra “el enemigo comunista” era una “urgencia política” del momento.
A pocos meses de que Julio Vanasco abandonara Misiones, en 1938, Irineo Moreira escribió en el semanario “Oberá» el artículo titulado «Quieta Non Movere» (No agitar lo que está quieto) manifestando con desagrado la intención de algunos de que la masacre se encubra y la memoria no sea rescatada. ¿Sin documentación que anude sólidamente a la “Masacre de Oberá” con el gobernador Vanasco y el Ministro Melo, podemos concluir que la “represión a una turba de rusos comunistas” cuanto menos contaría con amplías simpatías del siguiendo órdenes directas de reprimir, las cuales luego de la magnitud del desastre, nunca aparecieron? Tal vez allí mismo reside el éxito del feroz encubrimiento posterior a este múltiple crimen infame que aún nos llena de congoja, vergüenza y pesar, 86 años más tarde.
N de R Información de la “Sección Especial” basada en el trabajo de José Benclowicz: Doctor en historia por la Universidad de Buenos Aires (UBA).